Historia
En el siglo XV este edificio, por entonces palacio, perteneció durante más de un siglo a la familia noble de los Paz y posteriormente también a la familia de los Solís.
En 1591 es vendido por cinco mil ducados a los Trinitarios que lo convierten en convento. En poco tiempo se convierte en uno de los conventos trinitarios más importantes de España albergando a santos y obispos, escritores de la época y grandes catedráticos de teología y filosofía de la Universidad de Salamanca.
En 1836 tras la desamortización, los trinitarios son obligados a dejar el convento y el edificio pasa a ser utilizado como fonda, conservatorio de música, escuela de Bellas Artes incluso en algún momento almacén de ultramarinos.
En 1871 llega a Salamanca, Cándida María de Jesús. Gracias a su fe ciega y a un carácter luchador, funda la congregación de las Hijas de Jesús, dedicada a “la educación e instrucción de la niñez y la juventud”. Pone en marcha en Salamanca, una escuela que en poco tiempo se verá desbordada de chicas por lo que en 1877 el obispado decide cederle en usufructo el edificio de Montellano para albergar a todas las alumnas con las que ya contaba en ese momento.
Tras 40 años dedicados a la congregación y dejando detrás de ella un legado de fundaciones por toda España y por el mundo entero, el 9 de agosto de 1912 muere en Montellano, Santa Cándida María de Jesús, dejando una huella imborrable en los cimientos de este colegio.
Trás años de conflictos por la ruptura de la cesión del edificio, es en 1967 cuando las Hijas de Jesús consiguen comprar y rehabilitar Montellano. En un primer momento será utilizado como escuela y residencia de chicas, y 10 años después con la firma de la adscripción a la universidad de Salamanca se convertirá en lo que hoy se conoce como Colegio Mayor Montellano.
“Enclavado en el centro artístico, comercial y religioso de Salamanca, el Colegio Mayor “Montellano”, guarda entre sus paredes jirones de una historia rica en acontecimientos, sencillos unas veces, y de capital importancia otras. Algunos de estos hechos, así como el nombre de los que lo protagonizaron, están recogidos en su historia, a fin de que vosotros, los que transitáis por sus claustros y aposentos, que antaño fueron testigos de la presencia de tantos personajes importantes en el saber y la santidad, recibáis la impronta que, ahora como entonces, haga bueno el dicho de que –El que quiera saber que venga a Salamanca”
Anónimo